A lo cual hizo luego en su
imaginación un buen remedio, y díjose a sí mismo Sancho:
¿Que se me da a mí que mis vasallos
sean negros? ¿Habrá más que cargar con ellos y traerlos a España, donde los
podré vender, y a donde me los pagaran de contado, de cuyo dinero podré comprar
algún título o algún oficio con que vivir descansado todos los días de mi vida?
¡No, sino dormíos, y no tengáis ingenio ni habilidad para disponer de las cosas
y para vender treinta o diez mil vasallos en dácame esas pajas! (en un momento)
¡Par Dios que los he de volar, chico con grande, o como pudiere, y que por
negros que sean, los he de volver blancos o amarillos!(los he de vender,
convirtiéndolos en moneda de plata o de oro) ¡Llegaos que me mamo el dedo! (
que no es ningún tonto).
Me estuve documentando un poco sobre
las fechas.